2 de marzo de 2005

Para después (Fragmentos)

I
Para temerle a Dios
Es por eso qué mirabas al cielo?

Es inmenso como la arena
pero vivía de ocultarse en ti,
llevó siempre en su mano un reflejo para que no lo vieras
quería escaparse para mirarte desnuda
para conquistar tu piel sin promesas, mis letras
y a las que hay en tu cama.

No es tu culpa, amor
huye de ti y de mi
él es quien cae de tu brazo, débil
y se va…
sin pensar en nada.

II
Por qué han de ser ciegos los espejos
si son densos como el agua,
como cuentos de un instante
como el ojo de una estrella
que no puede ver su propia imagen.

Tal vez para llenar el aire que palpita,
para darnos la promesa de ocultar nuestra huida
o para no ver en ti mi carne.

Déjales descansar sobre tu cuerpo,
para que recuerden como era todo antes del ruido,
mucho tiempo antes… de tener esperanza.

III

Mi piel se despierta sin poder hablar
mueren los pájaros
se tumban como un pueblo en ruinas
como alguien que ha mentido

No le queda ya ni tu retrato
dicen que se pierde
pero te quiere tanto como para vivir
sin escuchar tu risa.

Diáfana como el cristal
en una profecía te vistió el sol,
la tierra, el mar y todas las aguas.

El sol bebió poesía y cegó la tierra
las flores que lo cuidaron suspiraban los versos que cantó todo el día.
Sus diálogos hermosos como el silencio abrazaban tus senos
dejaban en tu piel su dicha.
El mar buscó mi nombre entre sus cuerpos
pero sus manos enamoradas… no le dicen nada.

Ya no me dejes extrañarte tanto,
se vuelve tan difícil
que se hace imposible dejarte.


*Un poema perfecto es el que no se escribe; lo que enamora es la ilusión de no morirnos solos.